Resignificar experiencias del pasado es posible y en muchos casos absolutamente necesario para nuestro bienestar, ya que la forma en la que vivimos nuestra vida hoy está sostenida por todas esas experiencias, así como las emociones, creencias y juicios que se generaron alrededor de ésta. El tiempo que nos toma hacerlo y sí necesitamos apoyo externo o no, depende de qué tan importante o dolorosa fue para nosotros. Sin embargo, este post te puede guiar a dar pasos en tu proceso.
Un elemento fundamental para resignificar nuestras experiencias del pasado, es comprender que nuestra perspectiva del mundo y nuestros recuerdos, son el resultado de la suma de dos elementos: El hecho (suceso neutro) y nuestras explicaciones, que son las interpretaciones que hacemos del hecho con base en nuestras emociones, juicios, creencias, edad, cultura, sexo, entre otros. Lo que quiere decir, que no interpretamos el hecho tal cual, sino a partir de quienes somos.
Te doy un ejemplo a partir de una experiencia de mi vida, con la que más abajo trabajaré:
- Hecho: no crecí con mi padre.
- Vieja interpretación: sí hubiese crecido con mi padre, hubiese tenido una infancia más feliz.
Aunque no podemos cambiar el hecho, si podemos cambiar nuestras interpretaciones y es allí donde está nuestro poder para resignificar nuestra experiencia. Para ello podemos empezar por comprenderla un poco más y reevaluar nuestras explicaciones al respecto. Te comparto algunas preguntas que respondo a partir del ejemplo de arriba, aunque éstas formaron parte de un proceso más profundo, te pueden servir como guía en el tuyo:
- ¿Lo que recuerdo, me lo contaron o lo registré directamente? (La respuesta te puede ayudar a diferenciar sí tu recuerdo viene sólo de tu mirada o a partir de la mirada de otros). Ejemplo: parte de mis recuerdos fueron construidos entre pequeños recuerdos propios, mas otras cosas que me contaba mi madre, mi abuela y mi madrastra, lo que me llevó a investigar un poco más sobre mi padre y su historia.
- ¿Qué emoción siento cuando recuerdo lo que pasó? Ejemplo: rabia y resentimiento.
- ¿Qué consecuencias negativas ha tenido esta experiencia en mi vida? Ejemplo: no tener una figura paterna, sensación de abandono, entre otros.
- ¿Qué beneficios ha tenido esta experiencia en mi vida? Ejemplo: desarrollé una fortaleza tremenda y ganas de superarme, en parte por demostrarle a mi padre que podía sin él y que no lo necesitaba; lo que me llevó a conquistar metas que, de otro modo, quizás hubiese sido imposible alcanzar.
- ¿Qué es lo que me pesa de esa experiencia?, ¿Cuál es el dolor que hay detrás? Ejemplo: Comprender que a pesar de haber logrado tanto, si lo necesitaba y no estuvo.
- Nueva interpretación: al conocer aún más a mi padre e interactuar con él, comprendí que hizo lo que pudo con su nivel de conciencia, que lo mejor fue lo que sucedió y que crecer con él no me hubiese garantizado una infancia feliz. Además aceptar que sí lo necesité, me permitió soltar mi orgullo para abrazar y transcender mi dolor, lo que me liberó de todo el resentimiento que tenía hacia él y del peso de seguir reclamando su ausencia en mi vida.
- Emociones a partir de mi nueva interpretación: gratitud y paz por darme la oportunidad de mirar desde otra perspectiva la ausencia de mi padre, y tomar consciencia del poder que tengo para hacerme cargo de mi felicidad.
Resignificar nuestras experiencias del pasado de una manera más generativa, o identificar que necesitamos para hacerlo (sanar, perdonar, aceptar, etc.) nos abre la puerta para estar en paz con nuestro pasado y con la vida, y nos permite apreciar los aprendizajes que dicha experiencia nos dejó.
Cómo te decía al inicio, nuestra capacidad y el tiempo para resignificar experiencias de nuestro pasado depende de qué tan grande o dolorosa fue para nosotros. En caso de que se te haga cuesta arriba o infructuoso hacer el proceso por ti misma/o, estoy aquí para servirte y facilitarte el camino desde el coaching.
Si no sabes aun que es el Coaching, te invito a que le des una mirada a mi post “que pasa dentro de una sesión de coaching de vida” que te ayudará a aclarar muchas de tus dudas.
“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla.”
Gabriel García Márquez Libro: Vivir para contarla.

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